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El Galaxy Z TriFold llevado al límite: el test de plegado que revela cuándo empieza a fallar su bisagra y hasta dónde llega su resistencia real

El Galaxy Z TriFold llevado al límite: el test de plegado que revela cuándo empieza a fallar su bisagra y hasta dónde llega su resistencia real

por Manuel Naranjo

Un plegable siempre genera una pregunta: “¿Cuánto me va a durar la bisagra?”. Con el Galaxy Z TriFold esa pregunta se multiplica, porque el formato añade una dificultad obvia: dos bisagras y dos pliegues en el panel. En otras palabras, más piezas móviles y más puntos donde el desgaste puede asomar.

Samsung ha puesto sobre la mesa una cifra muy concreta para tranquilizar: hasta 200.000 ciclos de apertura y cierre, que la propia compañía interpreta como unos cinco años si lo abres alrededor de cien veces al día. El problema de cualquier número así es que, sin contexto, no significa gran cosa. Por eso es tan interesante lo que pasa cuando un test independiente lo lleva al extremo.

Un test de resistencia que no se parece a tu uso real

El experimento se hizo en directo en YouTube por un canal coreano, Omokgyo Electronics Shopping Mall. La idea era sencilla y bastante bruta: plegar y desplegar el TriFold de forma repetitiva durante varios días, con varios presentadores turnándose, hasta que el dispositivo mostrase un fallo claro.

Esto no es una simulación de vida real. Nadie usa un teléfono ocho días seguidos abriéndolo y cerrándolo sin parar. Aun así, sí es una forma rápida de forzar fatiga mecánica, sobre todo en el componente que más sufre en un plegable: la bisagra y su sistema de tensión.

También conviene fijarse en un detalle que el propio relato destaca: para contar los ciclos, colocaron sensores sobre la pantalla, y eso podría haber afectado ligeramente al plegado. No invalida el resultado, pero es un recordatorio de que estas pruebas caseras siempre tienen pequeñas variables que un laboratorio controlaría mejor.

Lo que ocurrió en el test: ruido, luego pérdida de tensión

El desarrollo del test fue bastante gradual. Primero aparecieron crujidos. Una de las bisagras empezó a sonar alrededor de los 61.000 ciclos, y la segunda lo hizo cerca de los 121.000. Ese tipo de ruido suele ser el aviso de que algo ha cambiado en el mecanismo: no significa que se rompa al instante, pero sí que hay desgaste.

El punto serio llegó alrededor de los 144.000 ciclos. Ahí, la elasticidad del conjunto cedió: el teléfono dejó de quedarse completamente abierto por sí solo y había que forzarlo para mantenerlo plano. Además, el gesto de abrir y cerrar se volvió más duro. La parte curiosa es que la pantalla seguía funcionando, así que “se rompió” es una palabra discutible: el dispositivo no quedó muerto, pero su uso diario se habría vuelto bastante frustrante.  

Cómo leer el dato: 144.000 no es 200.000, pero tampoco es un drama

La lectura rápida es obvia: el test no alcanzó la cifra de Samsung. La lectura útil es más matizada. Primero, porque el escenario es extremísimo y concentra desgaste en muy poco tiempo, algo que no reproduce cómo envejecen los materiales cuando hay pausas, cambios de temperatura y aperturas irregulares. Segundo, porque el criterio de “fallo” aquí es funcional: el móvil seguía encendiendo, pero perdió parte de lo que lo hace especial.

Si además recuerdas lo de los sensores, es razonable pensar que el resultado marca un suelo, no un techo. O dicho de otra forma: podría durar más en condiciones normales; sin embargo, ya sabemos qué es lo primero que se queja cuando lo empujas al límite.

Compararlo con el Galaxy Z Fold7 explica por qué el TriFold lo tiene más difícil

Samsung también ha hablado de durabilidad para el Galaxy Z Fold7: hasta 500.000 ciclos, más del doble que el TriFold. Aunque los números siempre dependen de condiciones, la comparación tiene lógica. Un plegable tipo libro lleva muchas generaciones de afinado y tiene una sola bisagra principal. El TriFold, en cambio, está debutando con un mecanismo más complejo y dos zonas de flexión.

Eso no lo convierte en mala compra, pero sí lo coloca en el lugar correcto: primera generación, con margen evidente para pulir bisagras, materiales y tolerancias. De hecho, si el formato se consolida, lo normal es que las próximas iteraciones mejoren justo lo que este test ha dejado señalado.

Qué debería sacar en claro quien se plantea tenerlo (si llega a todos los mercados)

El mensaje final es más tranquilizador de lo que parece. El TriFold no da la sensación de ser un juguete delicado que se desmorona con poco uso: aguanta una barbaridad antes de mostrar un problema serio, y la pantalla no fue lo primero en fallar.

La otra cara es igual de clara: en un plegable, el “alma” está en la bisagra. Si algún día notas crujidos persistentes, un cambio raro en la resistencia al abrir o que el móvil ya no se queda plano, no lo dejes pasar pensando que es normal. En un dispositivo con piezas móviles, esos cambios son señales. Y en un formato tan nuevo como el TriFold, cuidarlo con cierta delicadeza no es miedo, es sentido común.

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Redactor del Artículo: Manuel Naranjo

Manuel Naranjo

Ingeniero informático y Técnico Superior en Topografía, que dejó las obras por su pasión: la tecnología. Desde hace ya varios años me dedico a lo que me gusta, con eso lo digo todo. Mi filosofía es el trabajo y la ilusión, no conozco otra forma de conseguir las cosas. El motor (sobre todo la F1) y el basket, mis vicios confesables.

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